Aquí comenzó todo
El corazón que da vida al parroquial
La comunidad parroquial es
corazón vivo de la fe que
abraza la misión educativa.
La educación se hace vínculo, y el Evangelio se traduce en cercanía, escucha y servicio.
La Parroquia que se hizo hogar de fe y comunidad
La Parroquia San José comenzó a latir entre manos solidarias, corazones creyentes y un amor profundo por Dios y por los hermanos.
Su origen no está solo en las fechas que marcan la historia, sino en la devoción viva a San José, ese hombre justo que supo escuchar, recibir y acompañar los sueños de Dios.
En la Córdoba de comienzos del siglo XX, entre rezos, trabajo y esperanza, nació una capilla en barrio Alto Alberdi construida con el esfuerzo de los vecinos y sostenida por la fe de quienes creían que el Evangelio podía transformar la vida cotidiana.
San José, silencioso y trabajador, fue patrono de este sueño.
De la vida que latía en la capilla San Jerónimo surgió una semilla de fe que con su guía, se consolidó en Parroquia San José el 15 de marzo de 1945, y desde entonces, sus puertas permanecen abiertas como signo de acogida, servicio y misión.
Una Parroquia que da vida
Desde aquel entonces, la Parroquia San José es el corazón espiritual del barrio: un lugar donde se celebra la fe, se escucha al que sufre, se acompaña al que busca y se impulsa al que quiere servir con sus dones.
Con el paso del tiempo, de esta misma fuente de fe nació una nueva forma de servir: el Instituto Parroquial San José. La escuela surgió del espíritu de la Parroquia: una casa donde el Evangelio se hace enseñanza, encuentro y crecimiento “educando desde la fe para la vida”.
Parroquia e Instituto caminan juntos, compartiendo el mismo carisma y la misma misión: formar personas con corazón creyente, mirada compasiva y compromiso con la comunidad.
Experiencia viva de nuestro Carisma
San José nos enseña a recibir la vida como viene, a acoger el misterio y confiar. En una Iglesia que busca parecerse cada vez más al corazón de Dios, queremos recibir a todos, todos, todos. Recibir es abrir la puerta, escuchar, abrazar. Es reconocer en cada persona un lugar donde Dios habita. Así lo sueña el Papa Francisco: una Iglesia “hospital de campaña”, donde nadie queda afuera.
Acompañar
Acompañar es caminar junto al otro, sostener sin invadir, estar sin imponer. San José acompañó a María y a Jesús con ternura y fidelidad silenciosa: fue presencia constante, guía serena. Desde esa espiritualidad queremos vivir una pastoral que acompaña procesos, que se alegra del crecimiento de cada hermano.
Como dice Francisco, “acompañar requiere quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro”. Así queremos hacerlo: con respeto, empatía y cercanía.
Misionar
Misionar es la respuesta a la invitación de Dios, a salir de uno mismo para ir al encuentro. Es dejar que la fe se vuelva gesto concreto de amor.
Como parroquia josefina buscamos ser una comunidad que se pone en camino, que va al barrio, a las casas, a las escuelas, y también al corazón de cada persona que necesita esperanza.
Como dice el Papa, “prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por encierro”. Misionar es vivir el Evangelio con las manos, los pies y el corazón.